Los estudiantes de diseño visual con los que he hablado estos últimos meses comentan, con relativa frecuencia, la hostilidad y las dificultades que perciben a la hora de adentrarse en el sector, lo que podría sugerir que tal vez haya una serie de cuestiones importantes sobre las que reflexionar.
Cómo hacer un curso online durante el confinamiento y no morir en el intento
Hace unos meses, cuando tuvimos que recluirnos debido al coronavirus, quise aportar mi granito de arena en aquella situación tan complicada que nos afectaba a todos. Pensé mucho en el tema y, como tengo experiencia en este tipo de enseñanza (presencial), encontré una solución relativamente sencilla: ofrecer un curso online gratuito de diseño visual, destinado a personas que hubieran perdido el trabajo por causa de la pandemia o que tuvieran la necesidad de cambiar sus trayectorias profesionales. El objetivo era servir, aunque fuese de manera accesoria, como punto de inflexión a nivel laboral y aprovechar el marco del confinamiento para lograrlo.
En su momento parecía una buena idea
Emocionado por mi propósito, me puse manos a la obra y publiqué el anuncio tanto en Twitter como en Linkedin:
Estoy organizando un curso gratuito de diseño visual de apps móviles con Figma para gente que necesite reinventarse o reconducir su perfil laboral.
No es para gente del mundo de UX que quiera dar el salto a Figma...
(1/2)— Luis H. Jimenez (@luishj) 14 de abril de 2020
Todo tenía sentido en mi cabeza y pensé haberlo explicado bien: si ya conoces Sketch o te dedicas profesionalmente al diseño visual, este curso no es para ti. Sin embargo, la premura debió causar una redacción pobre del anuncio y de la propuesta porque un porcentaje muy elevado de las peticiones correspondieron a personas que, además de tener conocimientos previos de la herramienta, ostentaban cargos profesionales de importancia en dirección creativa, diseño de producto o, incluso, dirección ejecutiva.
Creo que la circunstancia ilustra uno de los potenciales desafíos que afronta el sector: lo que, hace unos años, se conocía como “titulitis”. Pienso que un puesto de trabajo no es más importante por el número de palabras que detallan el cargo ni por los anglicismos empleados en el mismo y siempre digo que, con independencia de la definición profesional que tenga mi labor a nivel organizativo, me dedico a “mover niveles y pintar rectángulos”. Aunque se trate de una enorme (y humorística) simplificación, también es una manera de poner los pies en la tierra como profesionales: no realizamos neurocirugías, solo creamos interfaces.
Enfrentarse al mundo real
Durante unas cuantas semanas, el curso nos permitió ver en detalle el flujo de trabajo desde el punto de vista del diseñador visual y varias herramientas adicionales (como Figma o Zeplin, entre otras) que complementan mejor la metodología de trabajo y las comunicaciones con otros equipos como los de desarrollo, marketing y demás.
Sin embargo, me interesaba mucho que los alumnos recibieran feedback de diferentes profesionales porque siempre es más interesante escuchar varias voces que una sola.
Tuve la grandísima fortuna, y desde aquí quiero agradecérselo, de contar con la ayuda de Luis Armesilla, que preparó una charla estupenda sobre metodología y herramientas basada en su experiencia en el BBVA. También tuvimos la suerte de asistir a un evento muy interesante, justo cuando terminábamos nuestro curso, organizado por la gente de Neoland e impartido por Raúl Marín acerca del estado del perfil profesional de UX/UI. El propio Raúl habló de la naturaleza un tanto hostil del sector, sobre todo en relación a las personas que comienzan su carrera, y de lo difícil que puede resultar la construcción de un “hueco laboral” entre tanta oferta sobredimensionada y candidatos de formación extraordinaria.
Esa circunstancia quizás apunte a otro potencial desafío: el mercado está sobredimensionado, tanto en los requisitos de las ofertas laborales (donde, en resumen, piden varios perfiles en uno) como en los currículum de candidatos (que parecen obligados a cumplir todos los requerimientos con, además, muchos años de experiencia en cada uno de ellos).
Si analizamos el diseño visual y lo reducimos a las interfaces táctiles, la realidad es que se trata de un sector con apenas trece años de vida. Sé que existían dispositivos similares antes, pero la llegada del primer iPhone supuso un punto de inflexión a la hora de “democratizar” esta industria.
Consejos vendo que para mi no tengo
Estos posibles desafíos surgen de, y regreso al principio del artículo, conversaciones recientes con alumnos y confieso carecer de propuestas únicas para afrontarlos, pero estoy convencido de que los profesionales en este campo deberíamos hacer un ejercicio de introspección en busca de un poco más de perspectiva. Al fin y al cabo:
- Quizá resulte poco realista pretender que lo sabemos todo sobre un sector tan joven y tan sujeto a cambios rapidísimos.
- Es importante recordar que hubo un tiempo en el que nosotros tampoco teníamos experiencia y nuestras herramientas eran solo dos, pero muy valiosas: el deseo de hacer las cosas bien y la intuición personal.
- Nada está escrito en piedra en una industria como la nuestra que, casi a diario, experimenta cambios en el modo de trabajar o experimenta nuevos flujos y metodologías laborales.
- Es importante ser más honestos con nuestro trabajo.
En el caso de los alumnos o profesionales que comienzan sus carreras laborales, creo que podría ser interesante reflexionar sobre los siguientes puntos:
- Valorar el sobreaprendizaje. ¿Debería convertirse tu currículum en un listado infinito de cursos? ¿Es posible abarcar todo tipo de disciplinas, y además tener experiencia en ellas, cuando empiezas tu trayectoria profesional?
- Evitar las obsesiones con las herramientas. Cuando aprendes, lo importante en realidad suele ser lo que puedas hacer con ellas.
- Buscar el enfoque. ¿Qué te gusta? ¿Qué disciplina te resulta más atractiva? Vuélcate en ella. Si lo tuyo es el diseño visual, adelante. Ya tendrás tiempo de adquirir otras competencias en investigación, test de usuarios o en aquel campo que puedas necesitar.
- Atesorar experiencia. Puedes realizar proyectos paralelos por diversión, diseñar o rediseñar aplicaciones que ya usas (que no sean Spotify o cualquiera de las del tiempo) y plantearte nuevos retos.
- Colaborar con desarrolladores. Si tienes la posibilidad, hazlo: además del trabajo de diseño en sí mismo, las posibilidades de que se convierta en un proyecto tangible serán mucho mayores.
Por último, tanto para diseñadores que empiezan como para los que llevamos más años que un estanco en este sector, hay una herramienta concreta que sí recomiendo muchísimo dominar: la empatía. Nos permitirá comunicarnos mejor con nuestros compañeros, ofrecerá un panorama más amplio de la situación laboral de quienes nos rodean y, por si fuera poco, contribuirá a nuestro propio crecimiento como profesionales.
Hagamos del sector del UX/UI un sitio estupendo para colaborar, trabajar y compartir.
Muchas gracias.