Los ordenadores y teléfonos móviles se han convertido en herramientas omnipresentes en nuestro trabajo. Son nuestro tercer riñón y los llevamos a todas partes: reuniones, conferencias, cursos y talleres.
Sin embargo, dependiendo de la situación no son la herramienta más adecuada para pensar, comprender y comunicarte. Los dispositivos digitales nos predisponen a generar información como toneladas de texto: recaps de reuniones, artículos, posts, tweets, emails… y nuestra capacidad de atención es limitada ante la creciente avalancha de palabras. ¿De verdad quieres seguir tecleando frases que nadie (ni siquiera tú) va a leer?
Puedes leer el texto o saltar directamente a los apuntes visuales. Aprenderás lo mismo, pero una de las dos maneras la vas a disfrutar más 🙂
Te propongo apagar el ordenador y coger un lápiz
Quiero convencerte de que el lápiz es la herramienta secreta para superar inicios de proyecto, reuniones eternas, conferencias soporíferas y clases ininteligibles. Y es que somos mucho mejores procesando información visual que cualquier otro tipo de información, así que voy a contarte cómo dibujar te ayudará a sintetizar, recordar y comunicarte mejor.
Al empezar un proyecto
Dibujar al inicio de un proyecto te va a servir para superar el bloqueo de por dónde empiezo y generar ideas rápidamente. Bocetar es más rápido que plantear diseños/documentos/código en la pantalla, y al invertir menos esfuerzo nos resulta más fácil probar muchas cosas y descartar las que no encajan.
“Mira que yo soy un maestro del wireframe a boli” me dirás. Vale, todos tenemos el nivel de líneas, cuadrados y rectángulos superado. Ahora vamos a por el final boss: dibuja las personas y sus emociones frente a tu producto o negocio.
En diseño de servicios y experiencias es clave plantear y comunicar el cómo, el porqué y sobre todo, a quién vais a ayudar con el proyecto. Dibuja un ser humano con su problema inicial y los pasos que sigue para resolverlo con tu producto. Pon especial atención en captar cómo se siente en cada momento: enfadado, frustrado, feliz, triste, relajado… Plasmar este proceso usando una narrativa visual te ayudará a empatizar con el usuario, así como mostrar claramente al equipo/cliente en qué consiste el problema y cómo puede mejorarse con un diseño centrado en las personas.
En conferencias y formación
Estás en una charla o curso que te interesaba muchísimo, empieza y a los 5 minutos… estás pensando en la lista de la compra. ¡Lápiz al rescate! Es el momento perfecto para empezar a garabatear. Hacer el ejercicio de sintetizar en dibujos lo que cuenta el ponente te ayudará a mantener la atención y es divertido. Como extra conseguirás unos apuntes más atractivos y fáciles de entender, con lo que volverás a consultarlos una y otra vez.
Además dibujar implica a diferentes zonas del cerebro (procesamiento visual, habilidades motoras, percepción espacial, planificación y razonamiento) y por tanto ayuda a la memoria a largo plazo. En cambio, las últimas investigaciones indican que las ideas plasmadas en texto suelen almacenarse en la memoria a corto plazo, y por tanto desaparecen rápidamente.
En reuniones y talleres
De vez en cuando todos nos vemos atrapados en reuniones donde nuestra mente se dispersa mientras miramos de extranjis el móvil para distraernos. Ya habrás adivinado qué método mágico te voy a recomendar para combatir el aburrimiento, mantener la atención y tomar notas que luego te apetezca releer. ¡Oh sorpresa! Dibuja.
Garabatea lo que se está hablando en la reunión, se hará mucho más llevadera. Usa también el dibujo si quieres explicar ideas o conceptos y tienes la sensación de que no te entienden. Cuando nos comunicamos de manera verbal usamos la imaginación para comprender lo que nos cuentan, lo que da lugar a muchas malinterpretaciones. Plantea los conceptos de manera gráfica y ayudarás a todos los asistentes a visualizar la idea tal y como está en tu cabeza.
¡Pero yo no sé dibujar!
¿Estás segura de eso? Porque cuando tenías 4 años eras toda una artista. Pintabas en el papel cualquier idea que te venía a la cabeza y dibujar era una habilidad natural para ti, puro instinto, una forma más de expresarte… Realmente no te importaba lo que los demás pensaran o si tus dibujos eran lo “bastante buenos”. Pasaron los años y empezaste a compararte con otros, te creiste aquello de que hay que tener talento y que hay reglas para que un dibujo sea aceptable. De repente ya “no eras buena” dibujando. Así que lo dejaste.
Que absurdo ¿no? Tampoco es que seas Cervantes precisamente y sin embargo no dejas de escribir. Lo haces todos los días: en emails, en whatsapp, en post-its, porque es una manera práctica de comunicarte con otras personas. Y dibujar no debería ser diferente.
Un buen dibujo no es uno bonito, sino aquel que consigue transmitir la idea que querías comunicar. Y para eso bastan las habilidades de dibujo que tenías con 4 años. Créeme, no las has olvidado.
Ahora apaga el ordenador y coge un lápiz.