Estamos tan obsesionados con el talento y la inteligencia que olvidamos la importancia de la calidad humana.
A principios de 2020 comentaba con mi design lead que este iba a ser mi año. Que tras la remontada de 2019 me había marcado como objetivo volver a estar en mi mejor momento profesional y por qué no, ser responsable de algún equipo.
Llegó el mes de marzo y con él, la pandemia. Cuando empezó el confinamiento pensé que era un gran momento para retomar hobbies o hacer cosas para las que nunca sacaba tiempo. Me apunté a algunos webinars e incluso retomé el sketchnoting.
Al cabo de unos semanas empecé a tener ansiedad y sentirme agobiada por todas las iniciativas que se estaban creando para aprender “cosas”. Como si aprender consistiera en acaparar conocimiento. Tuve que parar. De alguna manera me negué a invertir el tiempo en aprender más. Desde mi punto de vista, el confinamiento era el momento para reflexionar y fijar objetivos personales.
Y fue ahí, durante el confinamiento, cuando me di cuenta de que, aunque me encanta diseñar, podía aportar más valor al equipo por todo lo que había aprendido y superado que por la agilidad o la frescura de mis diseños. Me di cuenta de que había llegado el momento de dejar de diseñar el 100% de mi tiempo para enfocar mi carrera hacia el diseño estratégico y tener la oportunidad de hacer mejores a las personas de mi equipo.
A mediados de junio, y en plena desescalada, me surgió la oportunidad de cambiar de proyecto y empezar a trabajar en un pequeño equipo de innovación en el que sería la responsable del área de usuario. De pronto, me iba a convertir en lead de un equipo de diseño estratégico.
Desde entonces, y anticipandome a la llegada de la primera persona a mi equipo, no he parado de leer sobre estilos de liderazgo emocional. Por lo visto, según Goleman, Boyatzis y McKee, existen seis estilos diferentes y cada uno de ellos está representado por métodos específicos aplicables en determinadas situaciones, es decir, como leads no debemos ceñirnos solo a uno de estos estilos. La clave está en la capacidad de adaptarse a todos ellos según las circunstancias.
Hago un inciso para compartir un breve resumen de los estilos de liderazgo, sus características y sus usos.
- Liderazgo autoritario o “haz lo que te digo”. Se caracteriza por exigir el cumplimiento de las tareas de inmediato. Solo funciona bien en tiempos de crisis o en situaciones críticas ya que es un estilo que destruye la motivación en poco tiempo.
- Liderazgo visionario o “ven conmigo”. Permite movilizar y comprometer a las personas con una determinada visión. Muy recomendable en tiempos de cambio en el que se necesita de una dirección clara para funcionar. La clave para que este estilo funcione es tener una visión clara del futuro, alcanzable, concreta y directa. Si la visión está lejos de la realidad, la moral del equipo decaerá.
- Liderazgo afiliativo o “la gente es lo primero”. Este estilo se caracteriza por crear armonía y vínculos emocionales. Es ideal cuando el equipo a dirigir es nuevo para ti, o cuando el equipo ha cambiado y sufrido mucho por algún motivo. Es importante no exagerar con este estilo para que no haya una falta de dirección y se obtengan resultados mediocres. La clave de este estilo es encontrar el equilibrio.
- Liderazgo democrático o “¿qué piensas?”. En este estilo el equipo tiene la capacidad de decidir. Es una buena opción cuando se quiere generar aceptación o en situaciones poco importantes. Pero no es recomendable cuando las decisiones colectivas no son las más necesarias.
- Liderazgo timonel o “haz lo que hago, ahora”. En este estilo, el lead dice que hay que hacer, lo monitoriza y corrige. Su papel es el de poner rumbo y mantenerlo. Es la mejor alternativa para obtener resultados rápidos y formar un equipo que esté muy motivado pero no es suficientemente efectivo en el desarrollo del talento y potenciación de cualidades personales.
- Liderazgo coaching o “prueba esto”. Este último estilo utiliza habilidades, técnicas y modelos de coaching para sacar lo mejor de cada miembro del equipo. Se usa con el fin de situar al equipo en zona de aprendizaje y hacer que el tanto el equipo como sus miembros se cuestionen su forma de funcionar, potenciando la mejora constantemente.
Tras profundizar e interiorizar los distintos estilos de liderazgo hice una retrospectiva sobre los leads que he tenido en estos últimos años. Saqué varias conclusiones. La primera, que he aprendido mucho de ellos. Algunos me han enseñado cómo hacerlo; otros, adónde no quiero llegar. La segunda, que si tuviera que quedarme con alguno sería con los que mostraron mayor calidad humana y me ayudaron a superar el síndrome de la impostora.
¿Cualquiera puede ser lead?
Desde mi punto de vista ser lead es una actitud y no un título. No es algo que esté asociado al poder o al estatus de la persona, es un talento que se puede trabajar y mejorar, siempre y cuando se tengan una serie de cualidades como la honestidad, tener pensamiento positivo, saber delegar, incentivar una buena comunicación e inspirar al grupo. Pero también la de establecer estrategias para tener una vida equilibrada, alinear al equipo, dar crédito, apreciar los logros, ser guía, fomentar los buenos hábitos y mantener una posición neutral.
Steve Jobs decía que “Gestionar va de persuadir a la gente para que haga cosas que en realidad no quiere hacer, mientras que liderar va de inspirar a la gente para que haga cosas que nunca había pensado que podría hacer.”
Desde mi perspectiva ser buen lead implica que, además de tener conocimientos técnicos, visión y talento, tienes que ser buena persona y tener pasión por ayudar a los demás a ser mejores tanto en lo profesional como en lo personal. Es ahí donde radica la diferencia entre un lead mediocre y un buen lead.
¿Cómo saber si eres buen lead?
Pregúntate si tu equipo te admira. Seguro que si lo hace no será por tus títulos oficiales o por tu nivel de inglés, lo harán por tu manera de ser.
¿Que sí estoy segura de esto? Sí. Desde mi experiencia como entrenadora de fútbol femenino, he comprobado que el compromiso y la implicación del equipo se gana y se merece, no se exige.
Antes de acabar quería compartir una última reflexión, y es que estamos tan obsesionados con el talento y la inteligencia que olvidamos la importancia de la calidad humana. Por eso un lead cuyo objetivo sea hacer mejores a las personas de su equipo es poco frecuente pero absolutamente extraordinario.
Así que si estás pensando en enfocar tu carrera hacia ese rol, se humilde contigo mismo, reflexiona sobre qué clase de liderazgo quieres ejercer y que tipo de lead quieres ser.
El 1 de octubre se incorporó a mi equipo un perfil junior y empezó mi nueva aventura. Supongo que ella estaría nerviosa, yo también.
Un lead cuyo objetivo sea hacer mejores a las personas de su equipo es poco frecuente pero absolutamente extraordinario.