DÍA 6 / 2018

La importancia de la honestidad durante el proceso de diseño

Para que un diseño sea honesto es imprescindible que los diseñadores lo seamos también. Con nosotros, con nuestro equipo y con nuestro trabajo. Deshacernos de nuestras ideas preconcebidas, de nuestros modelos mentales y de nuestros prejuicios a la hora de enfrentarnos a un proyecto influye directamente su éxito o fracaso.


Durante el turno de preguntas de una charla a la que acudí hace unos meses alguien preguntó a la ponente qué soft skills le parecían necesarias para ser un buen diseñador. Esta pregunta dio pie a un interesante debate en el que, diversos profesionales del sector nombraron algunas de las que les parecían más importantes: trabajo en equipo, empatía y proactividad son algunas de las que recuerdo.

Curiosamente nadie mencionó una de las que para mí es esencial: la honestidad. Esto me dio la oportunidad de participar en el debate comentando porque creo que cualquier diseñador que no sea honesto no puede ser un buen diseñador.

Nuestro trabajo consiste en detectar y comprender las necesidades de los usuarios para quienes diseñamos y darles la mejor solución. Poner al usuario en el centro durante todo el proceso es una de las primeras cosas que nos tratan de enseñan en las escuelas. Nos enseñan herramientas especialmente pensadas para comprender y mapear su comportamiento: mapas de empatía, personas, user journey… Lo que no siempre se transmite es la importancia de, no solo utilizarlas, si no hacerlo con sentido y de ser honestos a la hora de aplicarlas en nuestros proyectos. No sirve de nada construir personas si a la hora de diseñar y argumentar nuestras decisiones no las basamos, por ejemplo, en esas personas que hemos creado como resultado de una investigación.

A lo largo de un proceso hay varios momentos en los que nuestra honestidad como diseñadores juega un papel clave para el desarrollo del proyecto. El primero es la investigación, durante la que es fundamental que seamos capaces de no anteponer nuestras propias creencias y prejuicios de forma que los resultados se vean sesgados por lo que sabemos (o creemos saber). Es complicado, por supuesto, pero de lo que aprendamos durante la fase de investigación dependerá en gran medida el éxito o el fracaso del proyecto. No diseñamos para nosotros, diseñamos para nuestros usuarios, y lo primero que tenemos que hacer es conocerles de verdad y detectar sus necesidades y problemas reales, que muchas veces no coinciden con los que nos apetece más resolver por ser más interesantes o atractivos a primera vista.

Por supuesto, una vez que empezamos a trabajar en posibles soluciones es imprescindible mantener muy presentes los resultados de esa investigación. Además de recordarnos todo lo que hemos aprendido sobre nuestros usuarios y compartirlo con el resto del equipo, nos ayudarán a tomar decisiones basadas en necesidades reales que hemos detectado. Argumentar bien nuestras decisiones y no enamorarnos de nuestras ideas son dos ejercicios de honestidad fundamentales en esta fase de construcción de la solución.

En varios momentos del proceso es muy interesante validar con usuarios diferentes aspectos de la solución que estamos diseñando. Cuanto antes validemos antes nos daremos cuenta de qué cosas no están funcionando y antes podremos buscar posibles alternativas para encauzar el proyecto: aprender a fallar pronto y barato es esencial, ya que cuanto más avanza el proyecto más cuesta corregir las cosas. Desde interacciones hasta el dispositivo utilizado, es importante comprobar que esas decisiones que hemos ido tomando son correctas. Para mí este es el momento en el que la honestidad juega un papel clave.

Llevar a cabo un test con usuarios y hacerlo bien no es una tarea sencilla. Sabemos que no debemos dar indicaciones al usuario, que no debemos dar más pistas de las absolutamente necesarias para llevar a cabo una tarea, que no debemos guiar nuestras preguntas hacia la respuesta que deseamos escuchar… Sin embargo, a la hora de hacer el test no es nada fácil, ya que muchas veces lo hacemos sin darnos cuenta. Algo que me gusta mucho hacer es pedir a mis compañeros que me den feedback sobre el test: si han visto indicaciones de más, preguntas mal formuladas… Cuando no ha sido posible, me gusta ver las grabaciones para intentar detectar yo misma esos “patinazos” y aprender de mis errores.

Hay quien prefiere no hacer los test de sus propios diseños para intentar minimizar este tipo de errores, pero yo creo que es un ejercicio muy interesante para seguir conociendo a nuestros usuarios y una oportunidad de entender las cosas que vemos que no terminan de funcionar. Sobre el guión que hemos preparado para el test se pueden añadir preguntas sobre la marcha para terminar de comprender porqué un usuario no es capaz de completar una tarea o no encuentra interesante la información que le proporcionamos. Para esto es fundamental entender el test como una oportunidad de validar si estamos respondiendo a las necesidades de nuestros usuarios y no como un examen a nuestro trabajo. El objetivo del test no debe ser, por lo general, darnos la razón. Por eso analizar los resultados es un ejercicio de honestidad mucho más difícil de lo que parece.

A la hora de hacerlo debemos de nuevo poner a nuestros usuarios en el centro. Punto por punto analizar que es lo que hemos visto en las pruebas, qué no está funcionando, las posibles soluciones que podemos aportar, y si es posible, volver a probar para comprobar si hemos solventado el problema, y en caso contrario, seguir iterando. En esta fase es fundamental deshacernos de egos y ganas de querer hacer las cosas a nuestra manera. Si hemos visto que algo no funciona, hay que solucionarlo, independientemente de lo bien que creamos que está. Salvo excepciones contadas, es un error poner nuestra opinión por encima del resultado de un conjunto de tests con usuarios. Si nuestro único propósito de hacer las pruebas es darnos la razón y vamos a ignorar cualquier problema que detectemos, no solo estaremos perdiendo nuestro tiempo, el de nuestro equipo y el de nuestros usuarios, si no que estaremos fallando como diseñadores y construyendo una solución que no estará todo lo bien que debería.

Como cierre a este artículo me gustaría incidir en la importancia de hablar de soft skills alrededor de nuestro trabajo. Muchas veces nos centramos en lo que sabemos y no sabemos hacer, en herramientas, en metodologías… y no en cómo nos enfrentamos a los procesos, al análisis de los resultados y a los posibles problemas que pueden ir surgiendo a lo largo del proyecto. En mi opinión, es mucho más complicado aprender y mejorar todo lo relacionado con la actitud, por lo que es algo a trabajar en el equipo de diseño y desde las posiciones más senior.

Y por último, me encantaría que con este artículo se generara debate y escuchar más puntos de vista, ¿qué soft skills crees que son necesarias para ser buen diseñador y por qué? ¿cómo se pueden trabajar en el equipo?

Gracias por leerme 🙂

Lucía Gómez

Diseñadora con background ingenieril. Tras cinco años programando decidí dar el salto al diseño y desde entonces me gusta investigar nuevas herramientas y metodologías para mejorar los flujos de trabajo en los equipos. Pertenezco al equipo de organización de IxDA Madrid y colaboro con los Framer Meetup. Podría pasarme la vida haciendo cursos y aprendiendo cosas.